El pasado jueves 12 de mayo con motivo de la conferencia «Derechos humanos vs nacionalismo» celebrada en el CMU Santa María de Europa tuve la oportunidad de entrevistar a Mercedes Guinea Llorente, experta en derecho comunitario para El Vígia.
¿Qué es un refugiado?
En primer lugar hay que tener claro que no toda persona que quiere salir de su país e ir a otro país tiene el derecho de ser admitido por ese segundo país. Los emigrantes en sentido amplio no tienen ningún derecho debido a que es la potestad de cada estado recibir en su territorio a aquellos que no tienen su nacionalidad. Sin embargo, los refugiados si tienen una protección especial según el derecho internacional porque están amparados por lo que se conoce como la convención más protocolo de Ginebra. ¿En qué consiste? Consiste en que el refugiado tiene derecho a la protección internacional. Y, ¿quién es refugiado? Aquella persona que está fuera de las fronteras de su estado y tiene un temor fundado a sufrir algún tipo de daño en su estado y al cual su estado no le puede proteger. También hay que decir que respecto al refugiado el derecho internacional es un tanto peculiar porque solemos hablar con ligereza que tiene derecho al asilo lo cierto es que no tiene derecho debido a que es una potestad del estado el conceder asilo o no concederlo. En ese sentido los distintos estados de la convención de Ginebra dictaron la no devolución de esa persona a su estado de origen para evitar que pueda sufrir una persecución. Es potestad de cada estado el tipo de protección que quiera darle al solicitante de asilo.
¿Qué derechos tendrían los refugiados al entrar en un país?
En este momento cada estado miembro tiene su propio criterio para conceder el asilo y además un diferente estatuto para el refugiado, es decir que no todos están dando las mismas ventajas y oportunidades. Por ejemplo, en el caso de España que es uno de los países más golpeados por la crisis es también el que tiene un estatuto más restringido. De momento lo único que se está dando por parte del Estado español, y es un estado central, es el derecho de residencia y el permiso de trabajo. Las comunidades autónomas y los ayuntamientos si están creando programas sociales pero como un añadido porque no está recogido en el estatuto del refugiado.
¿Qué es lo que asusta tanto a los países europeos como para bloquear las fronteras e impedirles que entren en nuestro continente?
Hay motivos de temor que son fundados. Hablamos de unos objetivos irreales y otros que son menos objetivos más fundados. Lo primero temen todos los estados es que se les vaya de las manos la gestión de las fronteras. Esto es porque resulta que toda la cuestión de la presión migratoria en general, con los refugiados especialmente en este momento son objeto de las redes más brutales de tráfico de personas pero son mafias y redes que no sólo trafican con personas sino con armas, material radiactivo y con todo tipo de métodos delictivos. La cuestión es que por esta vía no se pueden colar las mafias en Europa. Este temor es un temor fundado. Hay otro temor, y para mí es el más preocupante, es que en casi todos los estados centrales del norte y este de Europa se está produciendo un auge espectacular de los partidos de extrema derecha que se caracteriza por un discurso xenófobo. Miramos a nuestro alrededor y en Francia, Marine Le Pen ha ganado en muchas de las elecciones regionales francesas, en Austria acaba de ganar las elecciones presidenciales el candidato del Partido Popular Europeo que son de extrema derecha y que en su momento al entrar al gobierno supuso sanciones por parte de la Unión Europea. ¿Qué ocurre? Que incluso en los estados más abiertos como puede ser Alemania, la señora Merkel acaba de ver como en las elecciones el partido Alternative für Deutschland acaba de subir de una manera brutal. Eso es lo que está llevando por otro lado a los gobiernos a intentar contener a los inmigrantes ilegales de los refugiados. De esta forma el temor es que se les vaya de las mano de la centralidad de su política nacional, que es lo que a mi me da pánico.
¿Qué costes tendría para un Estado acoger a los refugiados?
Hay que tener en cuenta en este momento que la presión migratoria y la de los refugiados es brutal, la de la inmigración ilegal en términos brutos ni se conoce. En términos de refugiados los datos desde la guerra de los Balcanes es que en 1992 la cifra fue de 670000 y en 2015, sólo con los datos hasta septiembre, sería algo más de un millón lo que es una brutalidad de solicitantes de asilo. Eso en términos brutos significa un esfuerzo económico muy duro para los estados que algunos de ellos están muy afectados por la crisis. El caso más claro es el de Grecia. Si el país heleno no tiene unos recursos para poder mantener a sus funcionarios no le podemos pedir que sostenga las necesidades de los refugiados. Esto lleva a una situación dramática. También tenemos que tener en la mente que el sistema de bienestar europeo se ve totalmente amenazado por la inversión de la pirámide democrática porque ya no hay manera de sostener a las clases pasivas con las clases activas por la reducción brutal de la natalidad que hemos tenido. Se calcula que para 2030 necesitamos unos veinte millones de migrantes para poder sostener el sistema de bienestar europeo. Si tenemos en cuenta que en 2015 es de algo más de un millón tampoco resulta una barbaridad. Y para mi también hay otro desafío, el de la integración porque estamos viendo como en muchos estados los programas de integración con los refugiados que resultan ser de otras religiones está siendo realmente difícil para la convivencia y para tener paz social. Por ello hay que encontrar formulas de integración verdadera para que no tengamos que renunciar a nuestros valores, el imperio de la ley y de los derechos humanos y que entiendan que el pluralismo religioso y la tolerancia existen siempre y cuando ellos se sometan a la ley y a la secularización de la vida pública.